El taller grana, no existió como un espacio físico ubicable, lal ausencia de linderos materioales, se utilizó como referente de una intención de explorar los límites tradicionales de la gráfica en proyectos de carácter experimetal. Fue una iniciativa de autogestión de Carolina Córdoba, Marcia Salas y Sila Chanto, a las que luego se uniría Rebeca Alpízar, artistas que utilizaban el grabado como parte de los recursos de su obra, y en algunos casos como eje de la misma, articuando otros recursos como la escritura, collages, montaje modular, instalación, proyectos de producción colectiva, danza y multimedia. Las integrantes del colectivo, se organizaron desde 1997 en la autogestión de sus proyectos (producción, difusión, co-curaduría colegiada) y sus propuestas estarían marcadas por una preocupación en redirigir los planteamientos tradicionales de la técnica hacia una reconceptualización de la m matriz, el soporte, la impresión y el espacio a intervenir.
En el libro del señor Eugenio Rodríguez (+), página 28, se dedica un párrafo al GRANA, Taller de Estampa. Lamentablemente se incurre en dos errores, el primero, al incluir dentro de la nómina del grupo al artista Edgar Brenes. El error consiste en que el grupo estuvo conformado únicamente por mujeres grabadoras contemporáneas, cuya obra se centraba en la exploración más allá de los límites asumidos por la tradición gráfica local. Se incurre en un segundo error al señalar que el grupo estaba conformado por estudiantes de grabado de la UNA y la UCR, pero las cuatro artistas, se vincularon al compartir los talleres de la UCR únicamente, pero el común denominador, más que el sitio de referencia, fue la ruptura misma con los patrones académicos.